Nació sor Mónica de Jesús en Monteagudo (Navarra) el
17 de mayo de 1889.
Fue la tercera de diez hermanos. A los
19 años ingresó en el Monasterio Santa María Magdalena de Agustinas
de Baeza.
Falleció santamente el 14 de junio de 1964.
El 8 de diciembre de 1979 se inició el
Proceso de Canonización.
El 13 de junio de 1992 Juan Pablo II aprobó el Decreto
de sus Virtudes Heroicas, por lo que hoy es canónicamente Venerable.
Una santidad sencilla... pero laboriosa.
Acerca del
primer objetivo –que se cumple en las entradas dedicadas a su Vida y
a sus Cartas–,
cabe decir brevemente que Sor Mónica era una religiosa de velo blanco o
hermana de obediencia, es decir, de las más humildes del convento; sin estudios
especiales, pero con un amor a Dios tan grande que imponía respeto por su
comportamiento y por el ejemplo que daba a las demás religiosas. Era sencilla,
prudente, caritativa y, sobre todo, obediente. Y siempre se preocupaba de
alegrar la vida de los demás.
En la vida de Sor Mónica se presentan los fenómenos
extraordinarios de los más grandes místicos. Se le aparecía Jesús muchas
veces y hasta le cambiaba su divino Corazón por el suyo. Su ángel
custodio, a quien llamaba el hermano mayor, era su compañero visible de
casi todos los días.
Con frecuencia se le aparecían las almas del
purgatorio para pedirle ayuda o para agradecerle sus
oraciones. Se firmaba: Sor Mónica toda de Jesús.
Señor omnipotente, que
glorificas a los humildes y abates a los soberbios, por la gloria de tu santo
Nombre concédenos la gracia de ver glorificada en la tierra a tu
fidelísima sierva Sor Mónica que sólo vivió para Ti y la salvación de las
almas, y la gracia (petición) que con fe te pedimos. Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria).
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¡ ALABADO SEA JESUCRISTO!