Quiero encontrar un ascensor para elevarme hasta
Jesús,
Pues soy demasiado Pequeña para subir la escalera de
la perfección.
Entonces busqué
en los libros Sagrados
Algún indicio del ascensor, objeto de mí Deseo, y
leí estas palabras salidas de la boca de la Sabiduría
Eterna: El que sea “pequeñito” que venga a Mí.
leí estas palabras salidas de la boca de la Sabiduría
Eterna: El que sea “pequeñito” que venga a Mí.
Continúe mi búsqueda, y he aquí lo que encontré:
Como una Madre acaricia a sus Hijos, así os consolaré yo; os llevaré en mis Brazos y sobre Mis rodillas os meceré.
Nunca palabras más tiernas, ni más melodiosas
alegraron mi alma. ¡El ascensor que Ha de elevarme
hasta el Cielo son Tus brazos, Jesús!
Como una Madre acaricia a sus Hijos, así os consolaré yo; os llevaré en mis Brazos y sobre Mis rodillas os meceré.
Nunca palabras más tiernas, ni más melodiosas
alegraron mi alma. ¡El ascensor que Ha de elevarme
hasta el Cielo son Tus brazos, Jesús!
Y para eso, no necesito crecer; al contrario,
tengo que seguir siendo pequeña, tengo
Que empequeñecerme más y más
tengo que seguir siendo pequeña, tengo
Que empequeñecerme más y más
(S. Teresita del Niño Jesús)