domingo, 30 de octubre de 2011

LA IGLESIA; COMUNIÓN DE LOS SANTOS



Si alguien nos llamara santos, lo más probable es que diéramos un respingo. Somos demasiado conscientes de nuestras imperfecciones para aceptar este título. Y, no obstante, todos los fieles del Cuerpo místico de Cristo en la Iglesia primitiva se llamaban santos. Es el término favorito de San Pablo para dirigirse a los componentes de las comunidades cristianas. Escribe a "los santos de Éfeso" (Cfr. Ef. 1,1) y a "los santos que se encuentran en toda Acaya" (2 Cor 1,1).



Por "santos" no se trata sólo de aquellos que han sido reconocidos y proclamados santos por la Iglesia, los canonizados, sino también todos aquellos que habiendo sido redimidos por la Sangre de Cristo  se esfuerzan día a día por vivir con coherencia lo que han llegado a ser en virtud de su Bautismo: cristianos o santos.


Con la expresión comunión de los santos afirmamos la existencia de una unión íntima y sobrenatural entre todos los que somos miembros del Pueblo de Dios.


 De esta comunión participamos todos los creyentes desde el momento en que por el Bautismo fuimos incorporados a la Iglesia.


 En efecto, al nacer del agua y del Espíritu llegamos a formar parte de un mismo Cuerpo. Siendo por tanto miembros los unos de los otros.


Esta es, pues, la enseñanza de siempre: que «todos los que son de Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma Iglesia y están unidos entre sí en Él, por tanto, «la vida de cada uno de los hijos de Dios está ligada de una manera admirable, en Cristo y por Cristo, con la vida de todos los otros hermanos cristianos, en la unidad sobrenatural del Cuerpo místico de Cristo, como en una persona mística.


 La Iglesia es la comunión de todo el santo. En ella «entramos en comunión viva con todos los creyentes». Es la realidad que también expresó el Señor Jesús con la parábola de la vid y los sarmientos.


Por esta comunión «existe entre los fieles -tanto entre quienes ya son bienaventurados como entre los que expían en el purgatorio o los que peregrinan todavía en la tierra- un constante vínculo de amor y un abundante intercambio de todo.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica, citando L.G. #49: "Como todos los creyentes formamos un solo cuerpo, es decir, (los del cielo y los de la tierra), el bien de los unos se comunica a los otros... es, pues, necesario creer que existe una comunión de bienes en la Iglesia.


Pero el miembro más importante es Cristo, ya que Él es la cabeza... Así, el bien de Cristo es comunicado a todos los miembros, y esta comunicación se hace por los sacramentos de la Iglesia.


¡DIOS LES BENDIGA!

domingo, 23 de octubre de 2011

LOS SIETE DONES.

                                     
SABIDURÍA divina, injértanos un renuevo.

Ilumina nuestra mente,

Oh divino ENTENDIMIENTO.

Enséñanos la prudencia

Con el don del buen CONSEJO.

Que tu FORTALEZA ahuyente

Nuestra angustia, nuestros miedos;

Y tu CIENCIA  soberana

Quite a los ojos sus velos.

Ayúdanos a vivir

La PIEDAD del hijo bueno,

Y ofreceremos al Padre

Un amoroso TEMOR, sin ningún miedo.


 ¡ DIOS  LES  BENDIGA !

domingo, 16 de octubre de 2011

VOLVERÉ Y OS LLEVARE CONMIGO

JESUS EL CRISTO


 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

 No perdáis la calma: creed en Dios y creed también en mí.
 En la casa de mi Padre hay muchas estancias,  me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.

Tomás le dice:
 Señor, no sabemos dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?

Jesús le responde: Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí…

                                                                                      (Juan 14,1-6)
                                                                               
Este, es uno de los Evangelios que llenan mi corazón de alegría de Esperanza,¡ Como nos ama el Señor...! quiere tenernos siempre a su lado!... Se preocupa... va a preparar... seguro,
el mejor sitio para tenernos muy cerca de su corazón.

¿Jesús vas a prepararme un sitio? ¿ volverás a llevarme contigo?, ¡no sabes lo que esto produce en mi alma!…  ¡Tengo tantas ganas de verte Señor!…
Mi sitio lo estás preparando…Y  yo espero feliz y segura… Porque Tú eres  el camino, la verdad, y la vida. 
Camino segura  contigo, siempre cogida de tu mano…

¡Ha que temer!…

                                                      ¡Dios les bendiga!
                                                                                        
                                   

domingo, 9 de octubre de 2011

REFLEXIONES DE JUAN XXIII


A eso de caer y volver a levantarte
De fracasar y volver a comenzar
De seguir un camino y tener que torcerlo
De encontrar el dolor y tener que afrontarlo
A eso, no le llames adversidad, llámale entrenamiento que te llevará a la sabiduría.


A eso de fijarte una meta y tener que seguir otra
De huir de una prueba y tener que encararla
De planear un vuelo y tener que recortarlo
De aspirar y no poder, de querer y no saber, de avanzar y no llegar
A eso, no le llames castigo, llámale enseñanza.


                      
A eso de pasar días juntos
Días felices y días tristes
Días de soledad y días de compañía
A eso, no le llames rutina,
llámale acumular experiencia.


A eso de que tus ojos miren
Y tus oídos oigan
Y tu cerebro funcione
Y tus manos trabajen
Y tu alma irradie
Y tu sensibilidad sienta
Y tu corazón ame
A eso, no le llames poder humano,
llámale milagro divino
y agradece haberlos recibido.


                                                                    ( Juan XXIII )


¡ DIOS LES  BENDIGA !

sábado, 1 de octubre de 2011

VIVO SIN VIVIR EN MI.

ORACIONES POR LOS SACERDOTES
Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero
que muero porque no muero. 


I
En mí yo no vivo ya
y sin Dios vivir no puedo
pues sin él y sin mí quedo
éste vivir ¿qué será?
Mil muertes se me hará
pues mi misma vida espero
muriendo porque no muero. 

II
Esta vida que yo vivo
es privación de vivir
y así es continuo morir
hasta que viva contigo.
Oye, mi Dios, lo que digo:
que esta vida no la quiero
que muero porque no muero. 

III
Estando ausente de ti
¿qué vida puedo tener
sino muerte padecer
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí
pues de suerte persevero
que muero porque no muero. 
IV
El pez que del agua sale
aun de alivio no carece
que en la muerte que padece
al fin la muerte le vale.
¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero
pues si más vivo más muero? 
V
Cuando me pienso aliviar
de verte en el Sacramento
háceme más sentimiento
el no te poder gozar
todo es para más penar
por no verte como quiero
y muero porque no muero. 

VI
Y si me gozo, Señor,
con esperanza de verte
en ver que puedo perderte
se me dobla mi dolor;
viviendo en tanto pavor
y esperando como espero,
muérome porque no muero. 
VII
Sácame de aquesta muerte
mi Dios, y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero
que muero porque no muero. 
VIII
Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida
en tanto que detenida
por mis pecados está.
¡Oh mi Dios!, ¿cuándo será
cuando yo diga de vero 
vivo ya porque no muero?



                                                                                         (San Juan de la Cruz)


¡Dios  les  bendiga!
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